Canto a Europa
En estos momentos de incertidumbre para Europa rescato para vosotros un poema que me sigue emocionando seis años después de escribirlo. Saludos y postead si os gusta. Gracias.
Canto a Europa
Los hijos de Europa
cantamos la canción
de la nueva Babel,
la del continente
que durante siglos de noche
nuestros abuelos soñaron.
¡Tantas veces, Europa,
tantas veces
sobre tus campos verdes
sangraron!.
Europa, Europa,
¿oyes mi grito
que tu nombre ensalza
como la lámpara
que Jesús mismo quiso
que sus discípulos alzaran?
Lámpara que no es más
que la palabra esperanza.
Europa,
faro de este mundo cruel.
No distingas al cristiano
del infiel,
ni al blanco del negro,
ni a la mente de la piel.
Tus hijos son aquéllos
que tu luz han aceptado.
Europa,
tú eres la madre
de todo
cuanto en el Occidente
merece ser amado.
A ti te canto, Europa,
madre de mi pensamiento,
más madre mía
que la que me dio el cuerpo,
¿qué sería de mi alma
de no haberte tenido
como alimento?
Mar de lenguas,
de pueblos tejido,
Babilonia de hombres,
Alejandría de libros,
red de redes,
trenzada por gentes
que desterraron la nación
al merecido olvido.
Te siento palpitar,
madre.
Te siento respirar,
madre.
Escúchame,
madre.
Déjame que cante,
madre.
Porque tú eres mi patria,
Europa,
la patria joven
aún no nacida
de aquéllos
que en las patrias
simplemente
ya no creemos.
Quiero acariciarte,
Europa,
muchacha raptada,
ahora mujer de pecho fértil.
Quiero besarte y amarte
fecundar esta tierra
con las letras
que tú me has dado.
Letras que en gallego
me han amamantado,
que en catalán
me han educado,
que en español
me han fecundado,
que en vasco
me han besado,
que en inglés
me han cantado,
que en alemán
me han asombrado,
que en francés
me han inspirado,
que en galés
me han enamorado,
que en griego
me han embelesado,
que en latín
me han ilustrado,
que para tu causa
me han reclutado.
Guardas en tus senos
un vigor que reposaba
y una fortaleza
que ningún enemigo
podrá derrotar:
la de la Grecia cautiva
que a las Romas belicosas
siempre cautivará.
El día en que conquistada seas
y tus muros se resquebrajen,
tus semillas serán cultivadas
donde el sufrimiento
con letras se combata,
dónde ante la muerte
se vacune a los hombres
con el antídoto de la palabra.
¿Cuándo,
ay cuándo y cuándo,
tus hijos de colores,
arriadas las banderas,
callados los cañones,
olvidadas las naciones,
alumbrados e ilustrados
haremos sentir tu voz,
Europa,
unidas nuestras lenguas
para cantar una canción
que dé esperanza
a este mundo
que ante tu parto
nos aguarda con emoción?
Tus hijos te necesitamos,
Europa.
Tus juventudes te empuñamos,
Europa,
como un arma de paz
para enfrentarnos por fin
al verdadero eje del mal,
ése que sólo es
una negra guadaña
de negra muerte coagulada,
afilada por la pobreza
de la mente no cultivada,
ante la cual tus hijos
nada hemos de temer,
por más ciego que sea
quien no quiere ver
que el momento ha llegado
de volvernos a leer.
Europa, Europa,
sé la mujer de vientre fértil
de la que la humanidad entera
se nutra y sacie
de ese alimento preciado
que el mundo yermo
aún no ha cultivado:
el amor ilustrado,
la sabiduría humilde,
el patriotismo calmado,
la fuerza amable,
el conocimiento liberado,
la democracia imperfecta,
el espíritu renovado,
la inteligencia emancipada,
el pacto sellado
de los pueblos de Europa
que de matarse entre ellos
por fin se han cansado.
Europa, Europa,
llega a ser
lo que nuestros padres
ya empezaron a ver:
un sueño no realizado
en el que el demonio
del ser humano
ha sido por fin derrotado.
¡Europa, Europa,
danos algo en qué creer¡
!Europa, Europa,
atrévete a nacer!
Canto a Europa
Los hijos de Europa
cantamos la canción
de la nueva Babel,
la del continente
que durante siglos de noche
nuestros abuelos soñaron.
¡Tantas veces, Europa,
tantas veces
sobre tus campos verdes
sangraron!.
Europa, Europa,
¿oyes mi grito
que tu nombre ensalza
como la lámpara
que Jesús mismo quiso
que sus discípulos alzaran?
Lámpara que no es más
que la palabra esperanza.
Europa,
faro de este mundo cruel.
No distingas al cristiano
del infiel,
ni al blanco del negro,
ni a la mente de la piel.
Tus hijos son aquéllos
que tu luz han aceptado.
Europa,
tú eres la madre
de todo
cuanto en el Occidente
merece ser amado.
A ti te canto, Europa,
madre de mi pensamiento,
más madre mía
que la que me dio el cuerpo,
¿qué sería de mi alma
de no haberte tenido
como alimento?
Mar de lenguas,
de pueblos tejido,
Babilonia de hombres,
Alejandría de libros,
red de redes,
trenzada por gentes
que desterraron la nación
al merecido olvido.
Te siento palpitar,
madre.
Te siento respirar,
madre.
Escúchame,
madre.
Déjame que cante,
madre.
Porque tú eres mi patria,
Europa,
la patria joven
aún no nacida
de aquéllos
que en las patrias
simplemente
ya no creemos.
Quiero acariciarte,
Europa,
muchacha raptada,
ahora mujer de pecho fértil.
Quiero besarte y amarte
fecundar esta tierra
con las letras
que tú me has dado.
Letras que en gallego
me han amamantado,
que en catalán
me han educado,
que en español
me han fecundado,
que en vasco
me han besado,
que en inglés
me han cantado,
que en alemán
me han asombrado,
que en francés
me han inspirado,
que en galés
me han enamorado,
que en griego
me han embelesado,
que en latín
me han ilustrado,
que para tu causa
me han reclutado.
Guardas en tus senos
un vigor que reposaba
y una fortaleza
que ningún enemigo
podrá derrotar:
la de la Grecia cautiva
que a las Romas belicosas
siempre cautivará.
El día en que conquistada seas
y tus muros se resquebrajen,
tus semillas serán cultivadas
donde el sufrimiento
con letras se combata,
dónde ante la muerte
se vacune a los hombres
con el antídoto de la palabra.
¿Cuándo,
ay cuándo y cuándo,
tus hijos de colores,
arriadas las banderas,
callados los cañones,
olvidadas las naciones,
alumbrados e ilustrados
haremos sentir tu voz,
Europa,
unidas nuestras lenguas
para cantar una canción
que dé esperanza
a este mundo
que ante tu parto
nos aguarda con emoción?
Tus hijos te necesitamos,
Europa.
Tus juventudes te empuñamos,
Europa,
como un arma de paz
para enfrentarnos por fin
al verdadero eje del mal,
ése que sólo es
una negra guadaña
de negra muerte coagulada,
afilada por la pobreza
de la mente no cultivada,
ante la cual tus hijos
nada hemos de temer,
por más ciego que sea
quien no quiere ver
que el momento ha llegado
de volvernos a leer.
Europa, Europa,
sé la mujer de vientre fértil
de la que la humanidad entera
se nutra y sacie
de ese alimento preciado
que el mundo yermo
aún no ha cultivado:
el amor ilustrado,
la sabiduría humilde,
el patriotismo calmado,
la fuerza amable,
el conocimiento liberado,
la democracia imperfecta,
el espíritu renovado,
la inteligencia emancipada,
el pacto sellado
de los pueblos de Europa
que de matarse entre ellos
por fin se han cansado.
Europa, Europa,
llega a ser
lo que nuestros padres
ya empezaron a ver:
un sueño no realizado
en el que el demonio
del ser humano
ha sido por fin derrotado.
¡Europa, Europa,
danos algo en qué creer¡
!Europa, Europa,
atrévete a nacer!
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