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Mostrando entradas de junio, 2006

Errores y aciertos imperfectos

Todos nos equivocamos. Es propio de nuestra condición humana, y nada podemos hacer para evitar que nos equivoquemos de vez en cuando. Algunos de estos errores nos harán madurar como persona, otros no, pero todos nos dejan una cierta mancha de inseguridad y puede que hasta de dolor. Un día descubres que quizá te equivocaste de carrera, o bien que te has portado mal con un amigo, o que no debiste tratar así a tu madre, o que no debiste suspender a aquel chico que te traía los deberes hechos cada día. Uno tras otro, los errores que hemos cometido nos han hecho ser quienes somos, de un modo u otro han dado forma a nuestra manera de pensar y de sentir, configurando nuestras emociones y maneras de actuar como si las equivocaciones fueran los diversos programas que hacen funcionar nuestro PC cerebral. Estoy a punto de acabar mi primer curso como profesor, aunque debería decir mis primeros cuatro meses. Sigo dudando en mi interior, debatiéndome entre elegir esta profesión o bien buscarme

Sólo ante el teclado

Sólo me dejo ir ante al teclado, ante la pantalla siempre viva y luminosa en la cual aparecen mis ideas reflejadas con un mínimo movimiento de mis dedos sobre las teclas. Es la magia que tiene poder utilizar mis manos para expresarme, sin necesidad de utilizar nada más que el ápice de los dedos. Mi cabeza, mi voz interior piensa lo que quiero decir, y yo la oigo, y mis dedos son mi lengua y mi boca, dejando ir mis palabras una tras otra, tal y como salen de mi lengua cerebral. Por eso no necesito más que dejarme ir, improvisar, como cuando me pasaba horas y horas de esas tardes infinitas de la adolescencia tocando con mi mejor amigo las canciones que sacábamos de la radio, sobre las cuales creábamos solos que no tenían nada que envidiar a los de muchos artistas de mentirijillas que salen hoy por la tele. David, que así se llama mi mejor amigo, siempre quería que fuéramos a su casa, para empezar porque era y sigue siendo bastante comodón, y también porque su habitación tenía una amplia