Reedición de "Carta Abierta a los Hijos de Europa"

En estos momentos de cambio e incertidumbre me dirijo a los hijos de Europa para decirles que tengan fe en ellos mismos, en sus valores y en sus capacidades de recuperación de esta crisis, como en el pasado nos hemos recuperado de crisis peores. El nuestro es un continente que ha pasado por momentos peores, por genocidios, que ha sido preso de la barbarie de la Segunda Guerra Mundial y de la guerra de los Balcanes y a pesar de ello ha sobrevivido.

No sé si son los mercados, los especuladores o el mismísimo Dios quien quiere hundirnos, pero no importa qué o quién sea. No seremos derrotados. La Unión Europea es el sueño más grande de la humanidad, el experimento de fraternidad y progreso más ilusionante que ha visto el género humano en sus últimos dos mil años de historia. Desde la extinción del Imperio Romano no había habido un territorio tan próspero y lleno de cultura en el planeta.

Porque eso es lo que Europa somos: una cultura, una idea, una ilusión, una esperanza. No podemos ser derrotados, y no lo seremos. Perderemos cosas, especialmente en España y en otros países muy afectados por la crisis. Perderemos los coches de cientos de caballos con los que las hermanas pequeñas de nuestras amigas perdieron la vida. Perderemos las televisiones de plasma y decenas de pulgadas a las que nuestros padres se enganchaban al volver del trabajo y que les impedían pensar o abrir un libro. Perderemos las videoconsolas de última generación con las que nuestros primos se distraían al llegar de la escuela y que les impedían hacer los deberes. Perderemos los pisos que algunos compraron hace seis años, que ya no valen la mitad de entonces, y que nos atan a los bancos de por vida y nos impiden tener hijos y ser felices.

Perder todo esto nos producirá dolor. Mucho dolor. Pero yo os digo: perfecto. Magnífico. Es justo lo que necesitamos. Porque el dolor humano es la fuerza más potente de este planeta y lo ha sido a lo largo de la historia. Canalizad el dolor. Usadlo. Sacadle partido. ¿Cómo? Realizando el acto más revolucionario, atrevido y obsceno que ha creado la evolución: pensando. Pensando en nuevas maneras de vivir, pensando en qué necesitamos realmente y qué no. Hemos de vencer el peor demonio de los seres humanos: el demonio interior que nos dice que no podemos hacer nada por cambiar esta situación.

Somos el pueblo y tenemos el poder. ¿Qué pueblo? El pueblo europeo. ¿De qué nación? De la nación de naciones que es Europa, al igual que España es una nación de naciones.

Los hijos de Europa somos legión. En América somos los hijos de la Pachamama, en los países musulmanes somos los hijos de Allah, y en otras partes del mundo se nos llama de otras maneras. Los hijos de Europa somos aquellos que hemos hecho caso a nuestros padres, que hemos estudiado una, dos o hasta tres carreras, que hablamos idiomas, aquellos para los cuales “nada de lo humano nos es ajeno”, como dice el célebre adagio latino. Los hijos de Europa queremos que nos garanticen que nuestros hijos tendrán la misma oportunidad de educación que nosotros. Si nos garantizan eso, lo demás vendrá por sí solo.

Estamos inmersos en un proceso de cambio que hará que el mundo se convierta en un lugar mucho mejor, más justo y más pacífico. Esta vez no es una revolución, sino una evolución, sin la R de rabia. Conseguirlo nos costará litros de sudor y miles de lágrimas, pero esta vez no costará ni una sola gota de sangre. Porque esta vez la república de las letras vencerá a la república de las armas.

Hace ya más de doscientos años Kant interpeló a la humanidad con su famoso “atrévete a pensar”. Disculpadme si hoy soy yo quien os interpelo de la misma manera: Hijos de Europa, atreveros a crear.

Atreveros a echar a estos gobernantes corruptos que se han adueñado del poder y que ya no recuerdan los ideales de su juventud porque se han hecho viejos. La juventud es el futuro. Y el futuro pertenece a todos los hijos de Europa, de la Pachamama y de Allah que hay en este mundo.

El futuro pertenece a aquellos que en las patrias no creemos porque sabemos que nuestra única patria es la cultura.

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