La dulce espera

Hola a todos.

Sé que hace años (literalmente) que no escribo. Podré decir que he estado muy ocupado, que me han pasado muchas cosas, que me he dedicado a otras facetas de mi vida y podría también dar cualquier otra excusa, pero la verdadera razón por la que no he escrito en mi blog ha sido porque, simplemente, no lo he necesitado. No he necesitado desahogarme ni liberarme de mis neuras escribiendo sobre mí y mi maravilloso ombligo. Podríamos discutir si los blogs sirven para eso, para hacer una especie de terapia escrita, y probablemente encontraríamos argumentos a favor y argumentos en contra. En todo caso, he de decir a aquellos que de vez en cuando lean mi blog (¡Dios mío, qué sorpresa encontrarme hoy con 1504 visitas!) que todo me va muy bien, incluso en tiempos como los que vivimos.

Durante estos últimos dos años sólo he estado en paro un par de meses en total, correspondientes a los meses de agosto de 2010 y 2011, junto con los primeros veintiún días de septiembre del 2009. Ahora mismo tengo un contrato por un año en una escuela que está a cinco minutos de casa. Lo que no he dicho es que ahora mi casa ya no está en Horta, en Barcelona, sino que me he mudado dos veces en los últimos dos años. Me fui a vivir con Sandra a Terrassa, ciudad donde ella residía, en enero de 2010. Pasamos un año y medio en un piso propiedad de su padre en el barrio de Can Palet, y hace unos meses nos mudamos a un piso mucho más grande por el que pagamos un alquiler asumible en el barrio de Les Escoles, al lado de la UPC.

Por otro lado, el marzo pasado firmé un acuerdo de representación con la agencia literaria Ilustrata. A partir de ese momento, mis novelas las representa Angela Reynolds, una señora con cara de abuela entrañable, como si tuviera una bolsa de caramelos de crema siempre preparada para regalarte uno, que tiene dos gatos en la oficina y que atiende muy pacientemente mis insistentes llamadas (los que me conocéis ya sabéis que puedo ser un auténtico coñazo). Le gustó mi novela "El caçador de pensaments" cuando aún no estaba completa, y cuando la acabé firmamos el contrato. Aún no ha conseguido que ninguna editorial se interese por ella, pero creo que sólo es cuestión de tiempo, un factor que en el mundo literario corre muy despacio por muy buena que sea tu obra.

Pero eso no es lo mejor. Lo mejor de todo es que el lunes, si no hay novedad, le provocarán el parto a Sandra, mi mujer (aunque no estamos casados, pero sí somos pareja de hecho). Vendrá al mundo entonces mi primer hijo, Pau, un gordito cabezón (con todo el cariño) al que dedicaré todo mi amor, tiempo y amor, quizá no en exclusiva, pero sí de manera preferente. Tengo unas ganas enormes de ver su carita, pues como no nos hicimos la ecografía en 3D no se la hemos visto todavía. Tener un hijo me llena de ilusión y de alegría, aunque sé perfectamente que también es una gran responsabilidad. Quizá no sea el mejor momento para tener un hijo, puede ser, pero Sandra ya tenía una edad y, aunque ninguno de los dos está fijo ni tiene jornada completa, si nos pusiéramos a esperar el momento perfecto para tener una criatura creo que llegaríamos a la jubilación y todavía estaríamos esperando.

En fin, ya os he hecho un pequeño resumen de mi vida hasta el momento. No sé si volveré a escribir en el blog, ni cuánto tardaré en hacerlo, pero la próxima vez que lo haga ya no seré un niño egoísta, solitario, extrovertido, impaciente, obsesivo y antisocial, sino que seré un padre. Quizá un padre con los mismos defectos, pero un padre dispuesto a ofrecerle todo el cariño del mundo a su hijo, junto con lo único que estoy seguro que siempre podrá recibir de mí: una buena educación, de las que no se obtienen en ninguna escuela, pero sin la cual es imposible tener éxito incluso en el mejor de los colegios.

Un abrazo a todos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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