Amor, meditación y Johann Sebastian Bach
A lo largo de mi vida he pasado por diversas
fases musicales, culturales y me atrevería a decir que incluso filosóficas o
espirituales. Quiero resumirlas aquí para proponer un nuevo lema que sustituya
al estúpido y patético “Sexo, drogas y rock'n'roll”, o al demasiado terrenal
“Salud, dinero y amor”. No pretendo inventar nada nuevo, pero espero poder
resumir mi credo vital con el lema “Amor, meditación y Johann Sebastian Bach”.
Amor en vez de sexo
Los que me conocéis sabéis que me costó mucho
encontrar pareja, o poder tener algo de sexo con alguien que no fuera yo mismo
o la playmate del mes. En el pasado alguna vez tuve sexo sin amor, y por muy
bien que lo pudiera haber pasado en aquel momento, la satisfacción que siento
al estar simplemente acurrucado al lado de mi mujer al irme a dormir cada noche
es mucho mayor, más sincera y más hermosa que la de cualquier noche de sexo
desangelado que hubiera podido tener hace años. Cuando le compro a mi mujer un
trozo de coca de nuestro horno preferido, le preparo un zumo de naranja y le
sirvo el desayuno en la cama un sábado o un domingo, o cuando le regalo un ramo
de rosas sin que haya ningún motivo especial para ello, o cuando mi niño corre
hacia mí desde el recibidor al volver de la guardería y se estampa contra mí al
darme un abrazo, siento que ése sí es el tipo de amor y de placer que repetiría
una y otra vez, del que nunca me cansaría, el que me haría sentirme lleno de
alegría y completamente feliz. Seguramente alguien objetará que son cosas
diferentes, que el sexo por sí mismo, sin sentimiento, tampoco es tan malo, y
no lo es. Simplemente creo que a mí no me podría llenar como me llena el amor
que siento por mi mujer, y que si ella y yo sólo fuéramos unos amigos con
derecho a roce que quedaran para acostarse juntos y no compartiéramos todo lo
demás, yo no sentiría ni una décima parte de la satisfacción que siento al ser
su marido, amante, compañero y el padre de su hijo.
Meditación en vez de drogas
Cuando era muy pequeño era un devoto cristiano
(es lo malo que tiene haber ido a un colegio de curas), y aunque poco a poco
fui dejando de creer, quizá no en Jesús pero sí en la Iglesia Católica, mis
pensamientos y mis acciones y principios éticos siguen estando bastante
imbuidos del cristianismo que mamé en mis primeras lecciones. Con los años he
acabado por decantarme hacia una especie de confluencia entre el cristianismo
desprovisto de la parafernalia y la mentira interesada, el budismo entendido
desde la perspectiva más utilitarista y menos extravagante, y una buena dosis
de agnosticismo y escepticismo abierto a la dimensión espiritual sin caer en
cientifismos o radicalismos anticlericales. Por ello, abierto como estoy a
creer en cosas que aún no conozco, creo que la práctica es más importante que
la teoría, en este aspecto al menos. Hace ya casi diez años me introduje en la
práctica de la meditación, y, si bien no he sido un practicante asiduo y
constante, he tenido suficientes experiencias en este campo como para entender
que es una manera poderosa de mejorar como persona, de tener más voluntad, más
capacidad de concentración y estar más tranquilo, además de proporcionar de
tanto en tanto alguna que otra experiencia de tipo extrasensorial, alucinógena,
mística o como quiera llamársele. Cuando pienso en mi dimensión espiritual e
intento resumir mi situación, diría que Jesús me dio la teoría y Buda la
práctica. Para poder amar al otro como a ti mismo, primero tienes que estar en
paz contigo mismo y ser capaz de dejar de lado los sentimientos destructivos y
los nervios y el malestar.
La mayoría de mis amigos probaron las drogas
con frecuencia, y algunos se engancharon hasta que fueron suficientemente
fuertes como para dejarlas. Otros continúan fumando hachís a día de hoy, pero
tengo conocidos que sé de buena tinta que se han jodido la vida por culpa de
las drogas. Me parece que la generación de mis padres abrió una caja de truenos
que aún hoy retumba y espanta, y aunque sé que muchas drogas se han utilizado
durante siglos, sigo pensando que no son necesarias y que hay formas mucho más
sanas e interesantes de tener experiencias formidables. Con la meditación he
tenido sensaciones muy intensas, maravillosas, y no sólo en el momento de la
práctica, sino también en otros momentos. Por fuera poco, en las épocas en que
he practicado más meditación, he conseguido estar más tranquilo, ser más feliz,
ser más humilde y bondadoso, apreciar más las cosas pequeñas y ser más
productivo en mi vida laboral y personal.
Siempre he pensado que las drogas son un
engaño, una manera de no afrontar los problemas, y que se ha de estar muy
deprimido o ser un auténtico gilipollas para consumirlas. Tengo amigos que aún
creen en el lema sesentero de “Sexo, drogas y rock'n'roll”, y no puedo dejar de
sentir lástima por ellos.
Johann Sebastian Bach en vez de rock'n'roll
Supongo que ésta es la parte más personal de
este escrito. Hasta aquí puede que muchos de vosotros podáis estar de acuerdo conmigo, pero en este
punto más de uno discrepará. Cuando era un adolescente me encantaba el
rock'n'roll, la música de los cincuenta y sesenta, el blues, el heavy metal y
el hard-rock. Algunos de los artistas que escuchaba entonces me siguen gustando
o pareciendo buenos, pero la mayoría de ellos me parecen poco más que
aprendices de músico que, no sé si porque no sabían suficiente o no se les
permitía, no demostraron nunca tener demasiada idea de tocar su instrumento,
cantar o componer música. Me siguen gustando los Beatles, pero la mayoría de
sus canciones son simples y facilones, y aún más fáciles y repetitivos son los
blues de la mayoría de músicos negros de los cincuenta y sesenta. Yo estaba
pirrado por Eric Clapton y otros guitarristas de su época, pero la verdad es
que tienen bastante poca técnica y aún menos capacidad de inventiva y dominio
real del instrumento. Si les sacas de sus pentatónicas la mayoría no saben ni
hacer la o con un canuto, musicalmente hablando. Pasé por diversas fases,
ascendiendo de complejidad, y cuando los bluesmen ya no me interesaban parecía
que las guitarras locas y supersónicas de Steve Vai y Joe Satriani me iban a
deslumbrar para siempre. Pero también esto era “vanidad de vanidades”, como
diría el Eclesiastés. Después de haber estudiado guitarra durante más de una
década y pasada casi otra de estudiar canto, solo puedo decir que hay pocas
músicas tan hermosas, bien escritas y elocuentes como las compuestas por Johann
Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, Franz Schubert, Johannes Brahms. Giacomo
Puccini, Francis Poulenc, Georg Frederic Händel y muchos otros que, por
desgracia, no aparecen en la gran mayoría de radios comerciales que vomitan
mierda sonora pensada para atontar a la mayoría de los ciudadanos, ruido que no
tiene el más mínimo interés musical, artístico o estético. El rock'n'roll fue
el inicio de la debacle musical de occidente, seguido por engendros como el
pop, el grunge, el trash, el punk, el hip-hop o el penoso rap, que para ser una
música negra es realmente de muy baja calidad si se compara con el jazz o el
ragtime. La música es para mí muy importante, y soy consciente de que mi manera
de pensar en este aspecto puede ser un tanto talibán, pero el noventa por
ciento de lo que sale en la radio es, a mi juicio, pura y llanamente basura.
Por desgracia, también el noventa por ciento de la población no tiene estudios
musicales, motivo por el cual David Bisbal es millonario y los músicos de
verdad como mi mujer y muchos amigos suyos sobreviven dando clases de música
donde les dejan.
Conclusión
Este pequeño escrito estaba pendiente desde
hacía un par de años, cuando pasé por un periodo agitado de mi vida en que
muchos pensamientos y sentimientos me vinieron a la mente al nacer mi pequeño
Pau. Espero que os haga reflexionar, y si alguien se siente identificando,
estupendo.
Comentarios