Réquiem por el mundo ideal
Una de las cosas que vengo trabajando desde hace tiempo con mi psicólogo es mi tendencia a refugiarme en el ideal y a no querer asumir la vida como es. Por una parte hemos visto como eso me lleva directamente a la enfermedad, y, por otro, también hemos visto que soy tan extremadamente perfeccionista que me cuesta mucho aceptar que las cosas no son como yo querría que fuesen. Pues bien, algo tiene que cambiar dentro de mí porque, de lo contrario, no seré capaz de estar satisfecho con mi vida y de ver ese reverso agradable que comentaba el otro día. No sé donde está la razón de tanta insatisfacción, supongo que tiene que ver el hecho de haber pasado tanto tiempo disfrutando de un montón de horas de tiempo libre que han provocado una tendencia enfermiza a querer refugiarme en esas actividades que hacía en mis horas muertas cada vez que la realidad no me gusta. Hace unos años era sobretodo la guitarra, quería aprender a tocar muy bien, quería incluso ganarme la vida con ello, y pensaba que si le dedicaba las suficientes horas y me esforzaba suficiente podría llegar a conseguirlo. Ahora es la escritura. Tengo una novela a medias, y, a veces, sin poder controlarme, pienso que acabo publicando mi libro y que acabo dedicándome a la escritura y no a la docencia. Como ya he dicho, cuando las cosas me van mal tiendo a querer refugiarme en el ideal de aquellas cosas que me hacen sentir en otro mundo, un mundo lleno de belleza y de arte en el cual no hay que hacer un esfuerzo para ver siempre el reverso agradable de todo. Pero ese no es un mundo real, y me ha tocado vivir en el mundo que estoy ahora. No puedo huir de la realidad, no puedo querer evadirme toda la vida, y tengo que intentar adaptarme a esta realidad y conseguir sentirme a gusto en ella, por más que a veces desee estar en otra época o tener otra profesión. En eso estoy, y de ello depende que vuelva a caer enfermo o no.
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