Sólo ante el teclado

Sólo me dejo ir ante al teclado, ante la pantalla siempre viva y luminosa en la cual aparecen mis ideas reflejadas con un mínimo movimiento de mis dedos sobre las teclas. Es la magia que tiene poder utilizar mis manos para expresarme, sin necesidad de utilizar nada más que el ápice de los dedos. Mi cabeza, mi voz interior piensa lo que quiero decir, y yo la oigo, y mis dedos son mi lengua y mi boca, dejando ir mis palabras una tras otra, tal y como salen de mi lengua cerebral. Por eso no necesito más que dejarme ir, improvisar, como cuando me pasaba horas y horas de esas tardes infinitas de la adolescencia tocando con mi mejor amigo las canciones que sacábamos de la radio, sobre las cuales creábamos solos que no tenían nada que envidiar a los de muchos artistas de mentirijillas que salen hoy por la tele. David, que así se llama mi mejor amigo, siempre quería que fuéramos a su casa, para empezar porque era y sigue siendo bastante comodón, y también porque su habitación tenía una amplia ventana con vistas al patio interior del caserío enorme donde vivían los vecinos. Por esa ventana llegaba la luz del otoño, la de la primavera, la del verano, la de todas las tardes eternas que pasamos juntos dibujando y escribiendo en su escritorio, creando guiones para los números humorísticos que hacíamos en los festivales de la escuela, ideando las hojas de pasatiempos que pasábamos al resto de la clase y la revista que comenzamos a escribir con once años, de la cual aún conservo unos cuantos ejemplares en algún cajón de mi casa. Ante ésa y otras ventanas de su casa he pasado algunas de las horas más ligeras y agradables, intensas y fructíferas de mi vida. Ante ellas mi alma ha transpirado todo su malestar y ha exhalado su aliento creador en la medida de lo posible, sin querer ir nunca más allá de la diversión inteligente y el pasatiempo inquieto.

Pensando un poco sobre mi estado actual y la frustración que a menudo me invade cuando miro en qué estado se encuentran mis proyectos, me doy cuenta que es el acto de fijar unos objetivos desmesurados lo que vacía de significado el esfuerzo y el placer que me causa cada letra que escribo y cada nota que toco. Deseo publicar algún día. ¿De qué me sirve entonces la luz del naciente verano que se cuela a través de la reja de la ventana de mi habitación, inspirándome cada palabra que capto al vuelo? Deseo dar conciertos y componer música que erice el vello de quién me conoce y de quién aún no sabe de mi existencia. ¿De qué sirven entonces los minutos fugaces que van huyendo al compás de las notas y del rasgueo de una guitarra tantas veces aporreada? !La soledad ha sido tantas veces la banda sonora de mi vida...¡ Cuando el amor se marca una meta, desaparece la pasión y se abre la puerta de la decepción. Cuando el arte ha de ser un medio de vida, se pierde la alegría de crear y es sustituida por la necesidad de sobrevivir. Bienaventurados aquellos que teniendo hambre de belleza tienen otras maneras de llenarse el estómago, porque de ellos es el reino de la imaginación que torna la vida en cielo.

Comentarios

Alfredito ha dicho que…
Tienes toda la razón en que el día a día de la vida nos impone un ritmo que va en contra de aquellos otros ritmos que la pasión nos reclama.
Cuando Dios-Triángulo con ojo le dijo a Adán aquello de: "Te ganarás el pan con el sudor de tu frente" no podía imaginar nuestro primer hombre lo que significaba la frasecita de marras. Menuda mala leche que se gastaba el Geómetra. De esa maldición proceden nuestros males, por ella se nos esclaviza, en ella naufragan la poesía y la música. Cómo algunos se liberan de ese dicterio es para mí un misterio.
Ánimo, amigo Carballo, no desfallezcas, quizás tú, el día menos pensado, halles el resquicio que te salve.
Un abrazo.
Pam ha dicho que…
Sergio, qué bonito!! me ha encantado!! casi os he visto al Gonza y a ti en el STAR'S PARTY, como si fuera ayer... qué tiempos aquellos!! Aún cuando son las fiestas de La Salle siguen celebrando el mismo festival... cuando he pasado y les he visto en la tarima... un escalofrío. Melancolía...

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