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Mostrando entradas de marzo, 2007

Casi de vacaciones

Lo mejor de la profesión de maestro es, sin lugar a dudas, las vacaciones. Disponer de casi tres meses de vacaciones retribuidas al año puede parecer un privilegio, pero es una auténtica necesidad que el duro trabajo acaba imponiendo. Después de nueve meses aguantando las tonterías, estupideces, insubordinaciones y faltas de respeto de los alumnos, lo mínimo que necesita un profesor es un buen período de tiempo de calma y tranquilidad antes de volver a enfrentarse a los treinta energúmenos de cada clase. Es el factor que más tuve en cuenta a la hora de elegir profesión, junto al sueldo y a la cantidad de ofertas de trabajo que hay de profesor. Poco a poco me voy acostumbrando a las cosas buenas y malas de la profesión, y depende del día le hago más caso a unas que a otras. Pasado mañana comienzo las vacaciones de Semana Santa, me voy con Pili a Munich y antes pasaré cinco días durmiendo hasta las tantas y disfrutando de mi tiempo libre. Después de las vacaciones vendrán dos meses más d

Réquiem por el mundo ideal

Una de las cosas que vengo trabajando desde hace tiempo con mi psicólogo es mi tendencia a refugiarme en el ideal y a no querer asumir la vida como es. Por una parte hemos visto como eso me lleva directamente a la enfermedad, y, por otro, también hemos visto que soy tan extremadamente perfeccionista que me cuesta mucho aceptar que las cosas no son como yo querría que fuesen. Pues bien, algo tiene que cambiar dentro de mí porque, de lo contrario, no seré capaz de estar satisfecho con mi vida y de ver ese reverso agradable que comentaba el otro día. No sé donde está la razón de tanta insatisfacción, supongo que tiene que ver el hecho de haber pasado tanto tiempo disfrutando de un montón de horas de tiempo libre que han provocado una tendencia enfermiza a querer refugiarme en esas actividades que hacía en mis horas muertas cada vez que la realidad no me gusta. Hace unos años era sobretodo la guitarra, quería aprender a tocar muy bien, quería incluso ganarme la vida con ello, y pensaba que

Sonrisas de la vida

Desde hace poco la vida me vuelve a sonreír. He encontrado trabajo de profesor, cómo no, pero llevo mejor esta sustitución que la primera que hice. Supongo que debe ser la experiencia, que hace que no me desespere tanto, ni pierda la paciencia con la facilidad con que lo hacía antes, o quizá es debido a que, al dar casi todas las clases durante las primeras horas de la mañana, los niños están más calmados. Sea como sea, estoy contento porque me estoy demostrando que puedo volver a hacer de profesor, la profesión que, aunque llena de desilusiones y desengaños, es la que he escogido. Es cierto que también tiene sus cosas buenas, entre ellas el tiempo libre y el sueldo. De aquí a tres semanas tendré vacaciones de semana santa y podré mirarlo todo con más calma, me iré con Pili a Munich y desconectaré de todo durante unos días que me irán la mar de bien para afrontar el duro final de curso con más fuerzas. Como todo profesor, a veces me enfado mucho, grito más de lo necesario, me desespero

Por qué escribir

A veces me pregunto por qué escribo. No le encuentro una justificación lógica, pues la verdad es que hay muy poca gente que me lee, y el gran proyecto del año pasado, la novela de la cual escribí cien páginas en Julio, está embarrancada y en punto muerto, por falta de inspiración y de tiempo. Muchos escritores han afirmado que ellos escribían por necesidad, y supongo que algo de eso debe de haber. En mi caso, quizá es la necesidad de sentir que no pierdo todo mi tiempo libre estirado en la cama mirando las musarañas que cuelgan del techo. Si hubiera escrito este post hace unos meses, antes de enfermar, habría dicho algo sobre la eternidad, sobre la permanencia después de la muerte, sobre la inmortalidad de la palabra y la necesidad del ser humano de sentir que sobrevive a su muerte física en forma de caracteres impresos. Pero seamos realistas: eso sólo lo consiguen unos pocos elegidos que se pueden dedicar a escribir y que publican y venden lo que publican. No es mi caso, así que sólo