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Mostrando entradas de 2015

De reseñas, críticas, escritores y otros dioses

Los que me conocéis ya sabéis que llevo casi nueve años intentando publicar. De hecho, desde que comencé este blog allá por 2005 me venía rondando tal idea. Mi primera novela, con una buena dosis de autobiografía, fue iniciada en julio de 2006 y terminada casi un año y medio y muchas penas después. Desde febrero de 2011 cuento con los servicios de una agente magnífica, Angela Reynolds, que siempre me aguanta y me descuelga el teléfono para que me desahogue, pero que, debido a la crisis económica y a la crisis editorial, todavía no ha conseguido que pudiera ganar más de 10 euros en concepto de royalties. Durante este tiempo he publicado en formato e-book, como podéis ver en otras entradas de este blog, pero de manera pésima. La editorial on-line que me publicó mi libro no lo promocionó en absoluto, porque, como he dicho en otras ocasiones, ellos viven de tener cientos de títulos y vender muy poquitos ejemplares de cada uno, con lo cual los autores noveles lo tenemos muy jodido. Est

Reedición de la primera entrada de mi blog

"Para nacer he nacido, para encerrar el paso de cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un nuevo corazón tembloroso" Son los primeros versos de Neruda que leí. Estaban escritos en la primera página de un libro blanco y amarillento que teníamos en casa, acumulando polvo y permaneciendo cerrado en las estanterías del comedor mientras la televisión estaba encendida durante horas. Yo sólo tenía doce años, doce inocentes, indecisos e impulsivos años. Encontré aquel libro por casualidad, como la mayoría de las cosas importantes que me he encontrado en esta corta vida. Solía pasarme las tardes fisgoneando por casa, curioseando en las habitaciones de mis hermanos, revolviendo sus cajones por el mero placer de buscar, de husmear. Un cajón cerrado es un imán para un niño, y yo aún era y soy muy niño . Abría los cajones, sacaba todo lo que había en el interior y lo volvía a colocar de la misma manera en que estaba, para que ninguno de ellos notara que había

¿Qué es un pixapins?

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Es probable que algún lector haya oído alguna vez a un catalán de pura cepa, de los de barretina y vino en porrón, llamar despectivamente “pixapins” a un urbanita llegado a su pueblo para recoger setas o dar un paseo por el bosque. “Pixapí” es un término que los catalanes que viven en pueblos medianos y pequeños utilizan para referirse a los barceloneses y demás habitantes de las ciudades con cierto desdén. Significa, literalmente, “mea pinos”, o sea, una persona a la que se le ocurre orinar o defecar en un pino durante un paseo en el bosque porque, al ser de ciudad, no ha pensado en hacer sus necesidades antes de salir de paseo. Como podéis observar en la magnífica ilustración de Sergi Padró que encabeza este artículo, un “pixapins” es la versión catalana del dominguero. Los “ pixapins ” acostumbran a ser de Barcelona o de su Cinturón Rojo, es decir, de las ciudades y pueblos que rodean a la gran ciudad, como Hospitalet, Santa Coloma o Badalona. En estas ciudades y pueblos las