Otro viejo poema

Sé que no soy un buen poeta, pero los viejos versos me traen viejos recuerdos, como los de un día de lluvia en que pensé que podía conseguir besar a una pintora a la que ya había dedicado otros versos.

DÍA DE LLUVIA

Buscan los días
un reposo eterno,
y los hombres como yo
unos segundos de gloria.

Hoy llueve.
¿Miraste
a través de la ventana?
¿Sacudiste
el polvo del paraguas?

En el barrio pobre
juegan los niños
meciendo astros
en los sucios charcos.
Tímidamente se besan
los enamorados.
Se sonrojan,
tiernamente se miran.
Mano en mano,
caricia por caricia.
Lejos queda el día
en que del amor
hará ceniza
la sedienta sequía.

Suenan las campanas
roncas y quedas.
Las puertas cerradas chirrían.
Hoy abrí el desván
en busca de papeles
y hallé viejas fotos.
Hoy quise mojarme
y ser secado
por la luz de tus ojos.

En el barrio rico
rugen, impacientes,
los becerros de oro.
Las caderas de la ciudad
se empapan de agua,
sus arterias relucen frescas
la hierba y el cemento
se visten de perlas.

Yo te esperé quieto,
como estatua voluntaria
leyendo sin oídos
y soñando sin almohada.
Quisieron echarme monedas
pero sólo me moví
por tu voz
y tu mirada.

Después de irte
deseé seguirte,
haberte acompañado,
caricia por caricia,
mano en mano.
“Es imposible”,
comprendí.
Suerte tuve,
al menos…
al menos te vi.
Pudiste dejarme plantado,
por las nubes regado.
Mas cuando llegué a casa,
paraguas en mano,
yo también lloví.

Lloví
sobre estas calles blancas.
Lloví
escuchando a un sordo.
Lloví
con estas letras.
Lloví y lloví.

Gracias,
de nuevo…
de nuevo
necesité escribir,
antes de que el Gloria
llegara a su fin.

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