Se acabó

Hoy he cogido el alta, lo cual quiere decir, poco más o menos, que la enfermedad ya ha pasado y que debo volver a trabajar de profesor. La he cogido porque el viernes tengo una entrevista para un colegio, y lo más probable es que me cojan para hacer de profesor en horario de mañanas durante unas tres semanas. No me daré cuenta y ya se me habrá acabado el contrato, y yo habré ganado, a cambio, una renovada fuerza y confianza en mí mismo si todo va bien. Si todo va mal, y las clases se me ponen cuesta arriba, me consuela el hecho de pensar que sólo serán entre tres y cuatro semanas de clase. Tengo ganas de comenzar de nuevo y de demostrarme que el paréntesis obligado de la enfermedad sólo ha sido un accidente. El médico insiste siempre en que puedo hacer de profesor, no me lo prohíbe, y yo le creo y confío en volver a ser el que siempre he sido. Como me dijo ayer, a pesar de que esta vez la crisis ha sido mucho más fuerte que otras veces, la recuperación ha ido mucho mejor. Supongo que tiene que ver todo el cariño que mi querida Pili me ha dispensado, y todo el apoyo que he recibido por parte de todos. Me anima pensar que el lunes estaré trabajando como si nada hubiera pasado, si bien también me entran nervios porque no sé como voy a reaccionar a la dura lucha del día a día en la clase. Es la última prueba antes de cerciorarme de que estoy curado del todo. Tendré que echarle valor y volver a esforzarme como hice el año pasado con la clase que me tocó. Tengo la ventaja de que sólo daré clase por la mañana, con lo cual no tendré que soportar la tan temida última hora de la tarde, la cual siempre hacía que me planteara si quería seguir de profe o no. Ahora ya se han acabado las dudas y las vacilaciones, todo seguirá su curso natural a partir del lunes y podré mirar de nuevo al futuro con ilusión y optimismo, dejando por fin de mirar atrás, hacia el lóbrego agujero en el que estaba instalado hace unas semanas. Ha llegado la hora de volver a ser yo mismo. ¡Qué ganas tenía!

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