Todo fluye, nada permanece
Hace unas tres semanas me despidieron. Estaba trabajando de profesor en un colegio, de nuevo, a pesar de que no es la profesión tan bonita que me esperaba que fuera. Me habían contratado para suplir una baja, ya llevaba casi tres meses y estaba bastante satisfecho de cómo me iba. Sin embargo, durante el último mes la actitud de los alumnos había empeorado considerablemente. Un día la jefa de estudios quiso hablar conmigo para decirme que había recibido quejas de padres con respecto a mí. Según los niños, yo explicaba poco, corregía muy rápido, les había insultado – únicamente les había dicho que eran una clase pésima, pero como no saben que quiere decir esa palabra… - y que en mis clases había muy poca disciplina. Yo me defendí como pude, le dije lo que hacía en mis clases y aclaré lo de los supuestos insultos, pero la semana pasada se lió todo. Cuando estaba echando de clase a un chaval de los más problemáticos, y le estaba indicando el trabajo que debía hacer fuera de clase, no se le