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Mostrando entradas de julio, 2006

De nuevo Pili

Este pasado fin de semana me fui con mi chica a Calella, a presentarle a mis abuelos y, de paso, darnos un chapuzoncito en la playa a media tarde. No pude quitar de los ojos de mi niñita durante las tres horas que estuvimos estirados sobre la toalla, tomando el sol y charlando. Pili es pequeñita y delgada, con la carita de niña más bonita que una mujer de veintisiete años puede tener. Su barbilla es redondita, dulce, parece una bola de helado puesta del revés, y cuando sonríe sus mejillas se curvan transmitiendo una ternura que desarma el corazón más frío. Sus ojitos marrones brillan con esa luz que sólo las almas hermosas emiten, destellos de un mundo maravilloso en el que los seres humanos desearíamos perdernos de vez en cuando y al cual ella me transporta cada vez que asienta su cabecita en mis muslos y me cuenta como le ha ido el día, cómo se han portado sus alumnos o los trucos que debe hacer para llegar a fin de mes. Pili tiene dos manos pequeñas de dedos finos y cortos que, a pe