Noche de Bolero
Ayer por la noche fui al Auditori, ese equipamiento cultural multiusos inaugurado hace unos pocos años, con tanta prisa que se abrió al público antes de que estuviera terminado del todo. El edificio es chulo, y uso esta palabra porque mi vocabulario arquitectónico no pasa de los términos "columna" y "arco" - "columna" gracias al sempitermo Excel y "arco" por una argentino que era portero y trabajaba de barrendero psicólogo-. Por lo que mejor decir que es chulo y que quién me lea decida lo que esa palabreja tan típicamente adolescente quiere decir. Podría decir también que el concierto me pareció guay, que el Bolero de Ravel estuvo chachi y la obra de John Adams fue dabuten, pero así sólo conseguiría que los entendidos en música me denostaran y no me leyeran, y que los ignorantes en la materia - que son el 99, 9 período de la humanidad - no pudieran hacerse una idea de lo que sentí anoche. Fui al concierto con mi amigo Josep, un chaval humilde