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Noche de Bolero

Ayer por la noche fui al Auditori, ese equipamiento cultural multiusos inaugurado hace unos pocos años, con tanta prisa que se abrió al público antes de que estuviera terminado del todo. El edificio es chulo, y uso esta palabra porque mi vocabulario arquitectónico no pasa de los términos "columna" y "arco" - "columna" gracias al sempitermo Excel y "arco" por una argentino que era portero y trabajaba de barrendero psicólogo-. Por lo que mejor decir que es chulo y que quién me lea decida lo que esa palabreja tan típicamente adolescente quiere decir. Podría decir también que el concierto me pareció guay, que el Bolero de Ravel estuvo chachi y la obra de John Adams fue dabuten, pero así sólo conseguiría que los entendidos en música me denostaran y no me leyeran, y que los ignorantes en la materia - que son el 99, 9 período de la humanidad - no pudieran hacerse una idea de lo que sentí anoche. Fui al concierto con mi amigo Josep, un chaval humilde

Escribo de nuevo, nazco de nuevo

"Para nacer he nacido, para encerrar el paso de cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un nuevo corazón tembloroso" Son los primeros versos de Neruda que leí. Estaban escritos en la primera página de un libro blanco y amarillento que teníamos en casa, acumulando polvo y permaneciendo cerrado en las estanterías del comedor mientras la televisión estaba encendida durante horas. Yo sólo tenía doce años, doce inocentes, indecisos e impulsivos años. Encontré aquel libro por casualidad, como la mayoría de las cosas importantes que me he encontrado en esta corta vida. Solía pasarme las tardes fisgoneando por casa, curioseando en las habitaciones de mis hermanos, revolviendo sus cajones por el mero placer de buscar, de husmear. Un cajón cerrado es un imán para un niño, y yo aún era y soy muy niño . Abría los cajones, sacaba todo lo que había en el interior y lo volvía a colocar de la misma manera en que estaba, para que ninguno de ellos notara que había descubierto l